Crecí en las montañas, y ellas me enseñaron que necesitaba tanto la libertad como la adrenalina para ser feliz, y que permanecer en una misma localización, se quedaba corto para mí.
En 2018, decidí cambiar radicalmente de estilo de vida y pasé a ser nómada, trabajando en investigaciones documentales y proyectos humanitarios por los cinco continentes. Así terminé especializándome en fotoperiodismo de conflicto, centrando mi mirada en la perspectiva de género. Gracias a utilizar el respeto, la empatía y la fotografía como herramienta de conexión con las culturas más recónditas, ahora puedo decir, que cada una de ellas forman parte de mí para siempre.